martes, 5 de agosto de 2014

Un tunero rebelde



Las Tunas.- Un hecho trascendental en la historia de Cuba constituye el ataque al cuartel Moncada el 26 de Julio de 1953 llevado a cabo por jóvenes conscientes de su deber para con la Patria. En ese grupo de cubanos se concentró lo más puro y noble, lo más desinteresado y valiente. Con justeza son conocidos como la Generación del Centenario.

La acción se produjo a 100 años del nacimiento del más universal de los cubanos, en el juicio seguido a los asaltantes, al debatirse la responsabilidad intelectual, Fidel expresó:


"Nadie debe preocuparse de ser el autor intelectual de la Revolución, porque el único autor intelectual del asalto al Moncada es José Martí, el Apóstol de nuestra independencia".

Cada hecho producido en los días que antecedieron al ataque, a los instantes de la acción o después de esta, posee un valor que trasciende. Cada uno de los jóvenes que participaron en el combate tiene su propia historia, pero coincidente en muchos casos en lo referido al amor a la Patria, el hondo sentimiento revolucionario y la entrega total al ideal que los unió.

La presencia de Juan Manuel Ameijeiras Delgado (Mel), con solo 20 años, de origen social humilde, nacido en la provincia de La Tunas, su incorporación al Partido Ortodoxo y la vinculación con el grupo de los más radicales, su convencimiento de que los males de Cuba tenían solo una salida: la lucha armada, y la estrecha coincidencia con los ideales del líder del movimiento que se gesta, así como su presencia en el ataque al cuartel Moncada, constituye una hermosa historia, fuente de inspiración para los jóvenes de hoy.

Mel nació el 23 de octubre de 1932 en una vivienda marcada con el número 19 del barrio de Pueblo Viejo en el central Chaparra, hoy municipio de Jesús Menéndez, provincia de Las Tunas.

Estrechamente ligado a la adquisición de los uniformes del ejército batistiano con los cuales se vestirían el día de la acción. En esta parte del plan Mel y su célula integrada por los hermanos Rivero Vasallo, Matéu Orihuela, Roberto Mederos y Gerardito Álvarez, orientados por Fidel y Abel, desplegaría notoria actividad. A Mel correspondería el traslado de las maletas con los uniformes en su auto.

Su estado de ánimo lo define Efigenio como pletórico de entusiasmo y de él dice:

"Ponía en una de las esquinas de la habitación una escoba –como si fuera un fusil- y entonces se situaba dentro del cuarto y con el dedo índice apoyado en el piso daba diez o quince vueltas, se incorporaba y localizaba de inmediato el supuesto fusil".

Fue él el único tunero que aquella madrugada del Moncada dejó su sangre enclaustrada entre los muros sin clemencia del tirano. Sin embargo, no sé si son sus ojos de esperanza o su madurez afortunada, pero todavía hoy no ha muerto.

La casa natal, que perpetúa la memoria de los hermanos Ameijeiras, en Chaparra, tiene su retrato, sus documentos, su ajedrez, y aquel poema, que Efigenio y sus hermanos de tierra siempre sentimos necesarios "eres la flecha en el camino de las ilusiones..."

No hay comentarios:

Publicar un comentario