Nadie puede borrar la historia de
los pueblos. A las 3:00 de la tarde del lunes 13 de marzo volverá a escucharse
la voz de José Antonio Echeverría por la emisora Radio Reloj, tal como sacudió
a los cubanos hace 60 años. El otrora presidente de la Federación Estudiantil
Universitaria (FEU), pistola en mano, entró en la cabina de transmisión y
conminó al locutor a leer los partes elaborados por el Directorio
Revolucionario, que anunciaban el asalto al Palacio Presidencial.
"Pueblo de Cuba -dijo ante
los micrófonos de la emisora en La Habana- en estos momentos acaba de ser
ajusticiado revolucionariamente el dictador Fulgencio Batista, en su propia
madriguera del Palacio Presidencial, el pueblo de Cuba ha ido a ajustarle
cuentas..." Sin embargo, los hechos no sucedieron como fueron
planificados, pero la acción de esta vanguardia patriótica y su testamento
político quedaron para apuntalar hasta el presente el derrotero de la nación y
sus ideas de libertad o muerte.
Mientras el mensaje llegó a los
rincones de la Isla por Radio Reloj, el joven Carlos Gutiérrez, al frente del
grupo que atacaría el Palacio Presidencial, neutralizó por sorpresa a al
guardia de la posta y llegó al Salón de los Espejos. Batista no estaba en su
gabinete y las fuerzas del tirano se reorganizaron y enfrentaron el ataque. La
ausencia del grupo de apoyo y la carencia de un armamento que superara al
enemigo venció el espíritu y el ímpetu de Carlos, quien cayó mortalmente
herido. El asalto fue un fracaso.
José Antonio partió hacia la
Universidad como habían acordado, pero el auto en que viajaba chocó con un
patrullero y los enfrentó. Cae herido y finalmente, una ráfaga enemiga lo
fulmina. Al rememorar el glorioso suceso y acto de valentía ilimitada, Faure
Chomón, quien formaba parte de la aguerrida tropa, ha declarado que de no morir
en combate, la presencia del líder estudiantil habría cambiado la situación.
Era muy alto su prestigio revolucionario. "Hoy estaríamos recordando otra
más grande batalla que la que dio aquel 13 de marzo", afirmó Faure.
La llama de este día ardió para
siempre y 21 meses después, el tirano Fulgencio Batista huye ante el empuje de
los barbudos, guiados por Fidel desde la Sierra Maestra. El pueblo, los
jóvenes, el brazo armado de la FEU por quien dieron la vida José Antonio y sus
compañeros, son el crisol de un pedazo de historia que es presente. Por eso, 60
años más tarde, los estudiantes tuneros y cubanos volverán por estos caminos,
por suerte de paz, y más que un homenaje, siguen las huellas con sus hazañas
cotidianas. Los sueños están cumplidos.
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