martes, 11 de octubre de 2016

Padre de la Patria… y del altruismo

Tenía dinero y poder, mas quería un país independiente. Para cumplirlo hacía falta reunir gente que luchara contra el orden establecido, y él tenía esclavos. Pero Carlos Manuel de Céspedes estaba convencido de que la gesta que soñaba, además de armas y de guerreros, requería mucho corazón.
Así que el 10 de octubre de 1868 regaló a aquellos negros toda la libertad que podía darles. No esgrimió una espada o les mostró el látigo; se conformó con invitarlos a destruir juntos los grilletes que ataban a la nación. De Cuba libre habló en aquella fecha y su grito encontró un sinfín de ecos, desde entonces, en los cubanos dignos.

No fue el único gesto grandioso de aquel patriota bayamés. Seis años después los enemigos, temerosos de su arrojo, le arrancaron a su hijo Oscar y prometieron devolvérselo si desistía de la guerra. Pero Céspedes no iba a olvidar, por una persona –ni siquiera esa a la que tanto amaba- la causa por la que ya habían caído tantos retoños de su tierra. Oscar ha de haber muerto orgulloso de su padre, nuestro Padre, el Padre de la Patria.
Con mesura y dignidad asumió más tarde su deposición como Presidente de la República en Armas. Cuando tocó morir no quiso caer por el fuego enemigo. Prefirió lanzarse por un barranco de la Sierra Maestra que darles a los españoles el gusto de vencerlo. Y no fue vencido.

El 10 de octubre es en Cuba una fecha de celebración. Lo merece el hecho de que iniciaran ese día las guerras por la independencia. Es, además, una oportunidad para recordar a aquel hombre chico de cuerpo y gigante de espíritu cuya historia de altruismo empezó a escribir, sin pretenderlo, justo ese día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario