Aunque en teoría ha quedado
plasmada la decisión de los trabajadores de sumarse, masiva y conscientemente,
a la ofensiva que libra el país contra los mosquitos del género Aedes, todavía
quedan resquicios donde anida el letal vector.
Así lo demuestran las pesquisas
que sistemáticamente realizan trabajadores de la Salud, vinculados a la
extraordinaria campaña para reducir al mínimo permisible la presencia de este
agente trasmisor del dengue, el chikunguya, el zika y la fiebre amarilla.
Un parte del Centro Provincial de
Higiene y Epidemiología, en Las Tunas, refleja el resultado de las inspecciones
efectuadas del primero de enero al 16 de febrero de este año, en las que
aparecen 32 centros laborales de los municipios de Las Tunas, Puerto Padre,
Manatí y Majibacoa reportados con focos.
Y han encontrado al enemigo, en
diferentes fases de su evolución natural, parapetado en cisternas, registros,
tanques bajos sin la debida protección, letrinas sanitarias, cajas de agua,
pomos, entrepisos y en larvitrampas, estas últimas como recursos para la
detección del mosquito
También, esta vanguardia ha
encontrado refugios en otros centros de diferentes sectores: Cultura,
Educación, Agropecuario, y del Comercio y la Gastronomía; algunos en unidades
que abarcan a la intemperie grandes extensiones de terreno y en otros muy
pequeños. En todos hay que extremar las medidas de control vectorial.
Es cierto que las estadísticas no
están incluidas en el período posterior al llamamiento al pueblo hecho por el
General de Ejército Raúl Castro, pudieran observar quienes buscan
justificaciones; pero igual, este combate trasciende, pues desde hace mucho el
Estado destina cuantiosos recursos humanos, materiales y financieros a una
campaña vital por la salud del pueblo.
Así pienso mientras recorro las
instalaciones de la Unidad Empresarial de Base Pescatun, un centro que se
extiende por más de 10 mil metros cuadros, considerado de alto riesgo porque
los procesos industriales que realizan tienen de componente esencial el agua,
el hospedero ideal del mosquito.
"Nunca nos han detectado
focos", afirma categórico Adalberto Segura Leyva, especialista en gestión
de la calidad, y reseña que es fruto de la vigilancia constante de todo el
colectivo laboral.
"Antes, el examen autofocal
lo hacíamos semanalmente, pero en estos tiempos de tantas amenazas reales, el
recorrido es diario y todos los jueves en la tarde cada área desarrolla un
cambio de labor, dedicado al saneamiento", sostiene Maritza Coroneaux
Bravo, a cargo de la seguridad y salud del trabajo en la entidad. Entonces se
puede.
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