Anoche faltó el bullicio en mi
calle, no la vi llena de carteles, cadenetas ni sentí el olor y el sabor de la
caldosa... En mi CDR (así llamamos a los Comités de Defensa de la Revolución),
todo eso suele percibirse cada 27 de septiembre, cuando ocurre la fiesta previa
a la fecha de hoy, aniversario de la mayor organización de masas del país.
Hay un vecino muy enfermo y mi
barrio no tiene ánimos de fiesta. Ser cederista es también ser parte de una
familia grande, inmensa, y mi cuadra es uno de sus pequeños núcleos. Decidimos
que este año, un buen modo de celebrar la existencia de esas tres siglas que
son mucho más, es mostrarle a ese amigo y a los suyos que compartimos su dolor,
que pueden contar con nosotros. Porque eso de defender a la Revolución implica
cuidar de cada hijo de esta tierra.
Han pasado 56 calendarios desde
que naciera, para no morir, el concepto de nuestros Comités. Era otra época.
Entonces el enemigo atacaba menos solapadamente. Su creación fue la respuesta
de los cubanos dispuestos a enfrentarse contra quienes pretendían coartar su
recién lograda libertad.
"Vamos a establecer un
sistema de vigilancia revolucionaria colectiva. Están jugando con el pueblo y
no saben todavía quién es el pueblo; están jugando con el pueblo y no saben la
tremenda fuerza revolucionaria que hay en el pueblo", aseguró Fidel aquel
día, y en pocas horas ya había cederistas en todo el Archipiélago.
Tocó defenderse primero de los
mercenarios, participar luego en la Campaña de Alfabetización que libró a Cuba
de analfabetismo, colaborar constantemente con la erradicación de
enfermedades... cada pequeña o gran batalla de la Revolución ha sido también de
los CDR, porque ha sido de los cubanos.
En mi barrio faltó la fiesta de
anoche y tampoco habrá una hoy. Pero mi vecino Juan Antonio, un novel y ya
talentoso pianista, ha denunciado en su escuela las acciones injerencistas del
gobierno yanqui, que ofrece becas estudiantiles para formar líderes
contrarrevolucionarios. Es un joven cederista que libra otra batalla, una de
las que corresponde a los de su tiempo.
Y la pequeña Dafne hace conteo
regresivo en espera de sus 14, porque ella y su hermanito son los únicos en
casa que no están inscritos en el libro de los cederistas. Mientras ayuda con
el autofocal y la recogida de materias primas. Seguramente, en su momento,
estará dispuesta a asumir cualquier reto en nombre de esa organización que
supera con creces el tamaño de sus siglas y la madurez de sus 56 años, esa
organización que para nosotros es el símbolo de la gran familia que es Cuba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario