Hoy se cumplen 149 años del alzamiento de Vicente García en
la entonces Victoria de Las Tunas. Era 1868 y el rico hacendado local convocaba
a las armas tras meses de encuentros conspirativos y años de meditar la
posibilidad, junto a otros empeñados, de unir fuerzas en Cuba para soñar la
independencia.
La noticia del suceso ocurrido en La Demajagua el 10 de
octubre llegó al León de Santa Rita el 11, mientras participaba en una reunión
del Ayuntamiento, del que era Miembro de Honor. Desde ese momento cursó aviso a
todos los confabulados en función de adelantar el alzamiento en Las Tunas,
inicialmente previsto para el 14 de octubre.
El 13 atacó y tomó la ciudad, con la excepción de la
iglesia, refugio de las huestes españolas. Ese propio día, en lo más alto de
una vara de bambú, ondeó la bandera cubana. La historia de esta comarca,
estratégica para España debido a su posición geográfica, nunca más sería la
misma.
Hombres con armamentos precarios, apenas trabucos, escopetas
de caza, revólveres, pistolas, garrotes y machetes de labranza, apostaron a la
libertad y se dispusieron a penurias y muerte para conquistarla toda, sin
medias tintas.
Mujeres valerosas les acompañaron, determinadas, mientras
los hijos iban creciendo y heredando todo el brío que les arrulló los sueños,
desde la cuna.
Fidel Castro aseveró que en Cuba solo existe una Revolución,
la iniciada por Carlos Manuel de Céspedes y que se extiende hasta nuestros
días. En Las Tunas ese despertar resuelto nos alcanza especialmente en esta
fecha del almanaque. Y convida, como un desafío.
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