Las Tunas: La próxima zafra
impondrá a los azucareros tuneros condiciones de eficiencia muy exigentes. Una
de estas, quizás la más importante para los agricultores, consiste en convertir
en azúcar hasta el último trozo de caña.
Por eso y ante la merma que ya se
ve venir en la producción, es preciso aprovechar esta etapa para actualizar o
pulir las medidas encaminadas a reducir las pérdidas en la cosecha, en virtud
de proteger el rendimiento por hectárea y también a los cosecheros, mediante un
uso más racional y eficaz de la materia prima disponible.
Durante la recolección se
originan pérdidas en el corte mecanizado y manual, en el alza y la
transportación hacia el central y centros de recepción, que ocasionan
considerables afectaciones económicas a los productores cañeros y a la economía
de los centrales.
Campaña tras campaña suman miles,
quizás decenas de miles, las toneladas de caña que no llegan a los basculadores
de los ingenios después de cortadas, por la sencilla razón de que se quedan
tendidas en los campos, caminos, centros de recepción y vías férreas.
Pero de esa gran verdad nada se
dice. Es más, está por ver en las agendas de los chequeos y reuniones de
análisis sobre la marcha de los preparativos de la zafra, un punto que hable de
las medidas técnicas y organizativas que son necesario adoptar en la cosecha
para rebajar las pérdidas y, por su conducto, condicionar mayor eficiencia en
el proceso industrial de extracción del dulce.
Es una batalla que comienza a
ganarse a partir de ahora, y en esa ruta, corresponde a la junta directiva de
cada unidad productora encabezar la cruzada por el logro de ese objetivo, sobre
todo en aquellas que no rebasan las 35 toneladas de caña por hectárea.
No debe esperarse el inicio de la
contienda para poner al tanto a quienes intervendrán en la recolección
mecanizada y manual de la caña de los procedimientos establecidos, para situar
las pérdidas por debajo del cinco y el tres por ciento fijado como límite
permisible para ambos sistemas de corte, así como de los elementos esenciales
de la prueba rápida.
La correcta aplicación de las
indicaciones, en la cuales se establecen algunos métodos para el control de la
calidad en la cosecha, puede contribuir a reducir dichas pérdidas y a crear una
disciplina estable y consciente en esta tarea.
Hay que ganar en claridad a cerca
de que en el corte mecanizado las pérdidas no solo son por la mala operación de
las combinadas, sino también porque los campos no están preparados para aplicar
esa técnica, asuntos en los que debe puntualizarse desde ahora.
No está demás recordar que, en
ese frente se consideran pérdida en la cosecha los tacones que sobresalgan los
dos centímetros, las cañas largas dejadas de picar y los trozos despedidos por
las máquinas y los caídos por mala sincronización de los equipos de corte y
tiro, mientras que en el manual estas se producen por violar la indicación de
trozar a ras de suelo y no dejar caña en el cogollo, así como en los momentos
de alzar las pilas.
Por otro lado, el afán por
aprovechar al máximo las vasijas disponibles o ganar más por viaje, conducen a
los llamados colmos en los camiones y carros de ferrocarriles, reprochable
práctica que propicia el desplome de considerable cantidad de trozos de caña,
durante su traslado.
Lo peor de todo, es que esas
indisciplinas la mayoría de las veces ocurren en presencia de macheteros,
productores, computadores, inspectores de campo, jefes de lotes y hasta de
unidades y no pasa nada, ni la menor exigencia por impedir que se arroje por la
borda el fruto alcanzado luego de días, meses y años de mucho esfuerzo y
sacrificio.
Son cuestiones para razonar y
debatir en las unidades empresariales de base, de manera que puedan comenzar la
zafra en mejores condiciones, tanto desde el punto de vista organizativo como
de la disponibilidad de los recursos humanos y materiales necesarios, para
recoger los canutos que se caen y realizar las pruebas del cordel cuadrado a la
totalidad de los campos que se liberen.
Las Tunas no puede darse el lujo
de malgastar un trozo de caña, pues dispone de la cantidad imprescindible para
cumplir el plan de azúcar de la próxima zafra. Por ello, es esencial que se
aproveche al máximo y, en ese sentido, la reducción de las pérdidas en la
cosecha desempeña un rol esencial.
Ojalá y algún día un especialista
calcule el despilfarro de materia prima para saber, a ciencia cierta, cuánta
azúcar y divisa la provincia deja de producir y de ingresar a la economía
nacional, solo por el concepto de las pérdidas en la cosecha.
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