Pocos actos terroristas en la
historia de la humanidad han indignado y conmovido tanto a la opinión pública
del planeta como el perpetrado contra una aeronave de Cubana de Aviación en
pleno vuelo el día 6 de octubre del año 1976, minutos después de despegar del
aeropuerto de Seawell, en la caribeña isla de Barbados.
Aquel crimen horrendo, en el que
murieron 73 personas, será por los siglos de los siglos una herida a prueba de
cicatrices en el corazón mismo de la Patria. Su mentor confeso, el asesino y
torturador Luis Posada Carriles, regodea hoy su impunidad en algún lugar de
Miami. ¡Qué afrenta! «Tal vez es ley –dijo Martí, aludiendo a los Estados
Unidos- que en la raíz de los árboles grandes aniden los gusanos».
Entre las víctimas del monstruoso
sabotaje figuraron los miembros del equipo juvenil de esgrima de Cuba, que
retornaban a casa desde Venezuela luego de conquistar en su capital los máximos
honores en el Campeonato Centroamericano y del Caribe de la especialidad. Eran
24 deportistas, 16 de los cuales apenas promediaban 20 años de edad.