Según cuenta en su diario Vicente García, sintió unas finas
gotas de sudor frío resbalándole por la frente cuando el secretario del
Ayuntamiento de Las Tunas dio a conocer el telegrama que informaba del
alzamiento independentista de Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua.
Temió quedar en evidencia y frustrar así un minucioso plan
ideado por él junto a Francisco Muñoz Rubalcaba y el propio Céspedes, que había
tenido su primer paso hacia la concreción el cuatro de agosto de 1868, con la
reunión en San Miguel del Rompe, a la cual seguirían las de Muñoz, Ventorrillo
y El Mijial.
Apenas pudo contener el vendaval de sentimientos y
preocupaciones que se agolparon en su mente y, al salir del encuentro al cual
había sido invitado como reconocida figura pública de la localidad, mandó a
reunir a los conspiradores para trazar un nuevo plan ante el desarrollo de los
acontecimientos.